Todo es un proyecto y, aunque no siempre salen como se planea, son oportunidades para crecer.
A través de la resolución de problemas que surgen durante el proceso del proyecto, se pueden mejorar habilidades como el liderazgo, la comunicación y la gestión del estrés.
Aprender y crecer a través de los fracasos y las dificultades, desarrollar la capacidad de resolución de problemas es, en sí mismo, un motor de crecimiento personal.
Ya sea en un trabajo, en un negocio o como freelancer, todo se basa en proyectos. Desarrollo, marketing, ventas, contratación, todo se puede sustituir por la palabra 'proyecto'. Al establecer planes trimestrales, semestrales y anuales, reflexionamos y decidimos qué haremos. Dentro de ese proceso y ciclo, discutimos qué proyectos realizaremos y cuándo.
Esos proyectos realmente nos pueden volver locos y cansar. Sería genial si los proyectos se desarrollaran sin problemas, tal como los planeamos, pero la mayoría de las veces no es así. En esos momentos, queremos usar todas las palabras negativas que existen en el mundo.
Es la otra cara de la moneda. Cuando un proyecto no sale bien, genera mucho estrés y te dan ganas de renunciar o abandonar. Sin embargo, en esos momentos, yo crezco.
Me pongo a pensar cómo gestionar el proyecto, con quién debo comunicarme y de qué manera, cómo comunicarme y pensar, a quién y cómo puedo recurrir, y cómo defenderme y mantener las relaciones.
Se puede llevar a cabo un proyecto de forma independiente, pero al final, se trata de una tarea que debe satisfacer a alguien. Ese es el punto de partida. Aunque yo lo cree y me satisfaga, tendré que vendérselo a alguien. Si la persona a la que se lo vendo no está satisfecha, tendré que volver a hacerlo o convencerla. Y para realizar la modificación, tendré que pensar y ejecutar algo de lo que mencioné antes.
Y en esas situaciones, aprendo a controlar mi mente, a gestionar el estrés y a descansar.
No se sabe hasta que se experimenta. Una imagen vale más que mil palabras. Hay que pasar por momentos difíciles y situaciones complejas para desarrollar la capacidad de superarlos. Al principio, todo es difícil para todos, pero cuando te acostumbras, terminas encontrando soluciones de forma inteligente.
Al final, es cuestión de experiencia, y esa experiencia nos hace crecer. No estoy diciendo que sea malo que las cosas vayan bien. Incluso en la normalidad, puede haber algún pequeño desacuerdo. La cuestión es que, según cómo se gestione, hay aprendizaje.
En mi trabajo de ventas, cada cliente es un proyecto. Porque las necesidades y las circunstancias de cada cliente son diferentes. Me duele la cabeza pensando en cómo ayudarles, qué aspectos destacar, cómo comunicar los resultados, etc. Es doloroso porque es diferente cada vez. Pero creo que todo este proceso y dolor, al final, me hará crecer.
Se aprende de los errores, pero también del dolor. No hay que tener miedo al dolor, hay que enfrentarlo y, aunque sea difícil, hay que buscar soluciones. Como cuando luchaba por resolver problemas de matemáticas en el pasado, seguimos creciendo resolviendo problemas.